Visita mi nuevo blog. Este está cerrado.

febrero 19, 2013

He renovado mi web y mi blog ahora está integrado en ella.
Si quieres seguir leyendo mis artículos, visita mi nueva web, y suscríbete.

Saludos!

Carlos Spottorno

3,2,1, lanzamiento de nueva web.

febrero 11, 2013

Hoy lanzo mi nueva web, cuyas principlaes novedades son que están incluidos los videos, los libros y el blog. Así que hoy el tema va de eso: de mi web. Pero tranquilos, voy a aprovechar la coyuntura para hablar un poco sobre algo que he observado en los últimos años: la transformación de las web grises en webs blancas.

Sigue leyendo en mi nueva web

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¿Para qué sirven los premios?

febrero 4, 2013

Lo primero, recordad una cosa: Eugene Smith nunca ganó una beca Eugene Smith, del mismo modo que Tim Hetherington nunca ganó una beca Tim Hetherington.

Dicho eso, y sentada la premisa de que los premios en ningún caso determinan con total certeza el valor ni la perdurabilidad del trabajo de ningún fotógrafo, podemos analizar si de verdad tienen alguna utilidad.

Porque de lo opuesto, no cabe la menor duda: los premios llevan consigo algunos problemas. Lo primero es que distorsionan la realidad y el trabajo periodístico y documental de los fotógrafos. Son muchos los que trabajan con el peso de la necesidad de reconocimiento oficial, y por lo tanto con un objetivo paralelo, y a veces más presente que el original de su profesión, que es el de fotografiar y contar a los demás hechos y situaciones, con el fin de erradicar la ignorancia y que en consecuencia se puedan tomar las medidas oportunas para que el mundo sea, poco a poco, un lugar mejor.

Cabe preguntarse si el fomento de la competitividad extrema es compatible con los valores relacionados con la idea del trabajo en equipo y la camaradería de la que tanto se presume en el ámbito fotográfico. La creación subsiguiente de un sistema de castas con una aristocracia que se retroalimenta y una masa de parias que se come las uñas hasta los codos, tampoco parece concordar demasiado con las buenas intenciones que aparecen en las bases de muchos de los premios y becas.

Además de suponer un elemento de distorsión de la profesión, el circuito de premios representa un gran negocio. La mayoría de los premios requieren de un pago de cuotas de inscripción. No hay que explicar más: ése es el negocio. Incluso el World Press Photo, que es gratuito, tiene su movimiento de dinero. Se produce un catálogo, se generan actividades educativas, la producción misma de las deliberaciones del jurado, los eventos de entrega de premios, la exposición itinerante que cada año recorre el mundo, las conferencias, en fin, todo lo que va detrás de las fotos. Ojo, que no digo que nadie se haga rico con ello, que no estamos hablando de un partido político español. Pero no se podría sostener todo el montaje de WPP sin algo de dinero circulando, que proviene generalmente de patrocinadores privados.

Así que al efecto distorisonador y al negocio, hay que añadirle algo que nos afecta a casi todos: una fuente inagotable de estrés. Cuando empieza la temporada de los premios, que suele ser a partir de Enero, todos empezamos a hacer ediciones, a escribir textos, a hacer cábalas relativas a las categorías, a antecedentes, a miembros de los jurados… un auténtico sinvivir. Es como si para comprar un billete de lotería te hicieran un exámen de álgebra y geopolítica. Lo bueno de la lotería es que compras y ya está. Si no ganas, pues tampoco le habías dedicado tanto. Pero esto de los premios es una pesadilla.

Y entonces, ¿por qué lo hacemos?

Lo hacemos porque los premios son lo único que puede hacer que te den una primera oportunidad. Una vez que has empezado a trabajar, tu propia trayectoria te hace de aval para el siguiente trabajo, pero al principio es imposible. Prácticamente nadie de las personas que están en puestos de toma de decisiones respecto a contratos de fotógrafos tiene un criterio realmente desarrollado. A partir de un cierto nivel de calidad mínimo, no saben distinguir si un porfolio es mejor que otro. Y como tampoco podemos decir que hemos sacado matrícula de Honor cum Laude en fotografía, porque nuestra profesión sólo se demuestra haciéndola, no tenemos muchas más herramientas para romper las primeras barreras. Así que sí, los premios, al igual que las escuelas, tienen una razón de ser. No son fruto del capricho ni de la maldad. Sirven para dar un aval incontestable, sirven para meter una línea de oro en tu CV y conseguir que el editor o responsable de comunicación de turno se quede tranquilo y pueda decir que ha contratado a alguien a quien alguien más informado que él ha considerado bueno. Una manera como otra cualquiera de ayudarles a evadir el peso de la responsabilidad.

Tampoco hay que olvidar que algunos premios tienen dotación económica, y eso no hace falta explicar por qué lo queremos.

Otra cosa es por qué los que ya tienen media docena de premios de los meramente honoríficos, siguen optando a ellos. La verdad es que los que ya tienen muchos premios, a menudo no se presentan. Les presentan sus agentes, que esos sí viven de los premios en términos de cantidad. «En mi equipo hay 35 World Press Photo». Esa es la primera frase que dirá un agente cuando se siente a negociar un contrato con un medio o empresa. Así que sí, también eso es una razón de ser. Cada año me pregunto por qué me sigo presentando, y cada año acabo recordando que había una razón.

Porque esa es otra función de todo esto: curte el carácter. Es una especie de ejercicio zen, una prueba de resistencia psicológica, que de alguna manera te convierte en un profesional, o te vas por agotamiento.

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Lo que intimida a los fotógrafos.

enero 28, 2013

¿Qué es lo que nos convierte en fotógrafos?. ¿Tener la capacidad de conceptualizar un discurso y plasmarlo en escenas bidimensionales? , ¿el valor de adentrarnos en situaciones en las que nadie sensato se metería y fotografiarlas?, ¿la conciencia social, el compromiso político?, ¿haber publicado en algún medio impreso?, ¿formar parte de un grupo o colectivo?, ¿acudir a festivales?, ¿obtener más del 50% de nuestros ingresos con el ejercicio de la fotografía?, ¿haber ganado algún premio de reconocido prestigio?, ¿tener conocimientos de psicología para sacar lo mejor de los/as modelos?, ¿saber dirigir a un ejército de ayudantes y artesanos para que construyan lo que queremos?

Y la pregunta que alude a un grupo al que me voy a referir ahora: ¿conocer el uso de la luz y la composición y su efecto emocional en función de una narración previa?

Porque creo que esto es lo que hacen los directores de fotografía. Esos fotógrafos de los que los fotógrafos no hablan nunca. No hablan nunca de ellos porque a menudo no los consideran de los suyos, pero que en realidad son los que crean los estereotipos de los que luego nos nutrimos. Porque a estas alturas, yo diría que todos saben que la fotografía se nutre del cine mucho más que al contrario, verdad?. Bueno, sí, es un viaje de ida y vuelta, pero es innegable que dada la enorme influencia que tiene el cine en los fotógrafos, de vez en cuando podrían mencionarlos.

Nunca he visto en el blogroll de un fotógrafo el nombre de algún director de fotografía. Tampoco he oído casi nunca a los fotógrafos hablar de directores de fotografía. Es como si fueran un grupo que no nos concierne. No sé si es que no les consideramos fotógrafos porque trabajan sometidos a un guión ajeno, o porque vemos que su capacidad técnica es normalmente tan abrumadoramente superior, que preferimos mirar para otro lado y hacer como si no estuvieran ahí para no sentirnos intimidados. Escribo en primera persona del plural por prudencia, para que no vengan a decirme que si me meto con la gente, tal y cual. Porque lo cierto es que yo sí que me fijo mucho. He trabajado con algún director de fotografía excepcional cuando he rodado spots, y creo que de ellos, de lo que vemos en las buenas películas, es de quien más he aprendido en realidad.

Para que no todo sea regañina, propongo un juego: a ver quién reconoce estos fotogramas y nos dice la película y el Director de Fotografía.

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¿Sirven para algo las escuelas de fotografía?

enero 21, 2013

English version is after spanish text.

Tomás López (y esto es todo lo que sé de él) me escribe un mail en el que me cuenta que después de 6 años educándose a sí mismo en fotografía, está un poco perdido.

Cito:

«Ahora estoy perdido…..hay tantas maneras de contar una historia, tantas maneras diferentes que me gustan….que ahora no se como contar mis historias. Creo que he perdido la inocencia de la ignorancia y ademas me he dado cuenta de que no se por donde empezar un trabajo. Hay veces que pienso que necesito apuntarme a una de las escuelas que haya aquí (BlankPaper o Lens) y aprender ese proceso.»

Es decir, en realidad no se pregunta si hay que estudiar fotografía. Se pregunta si necesita matricularse en una escuela de fotografía. Y es una muy buena pregunta, porque es un tema que no tiene una respuesta sencilla.

O quizás sí.

Para aprender a hacer fotos, para descubrir cuál es tu lenguaje, para saber qué han hecho los demás antes que tú y poder enfrentarse a la fotografía con conocimiento de causa, acudir a una escuela es absolutamente prescindible. Hay miles de fotógrafos maravillosos, entre los que se cuentan los más clásicos y afamados, que nunca fueron a una escuela de fotografía. Si lo que quieres es aprender, no hay nada, nada en el mundo, comparable a salir a la calle y hacer fotos. Gástate lo que te cuesta una matrícula en comprar una cámara, viajar y conocerte a tí mismo como persona y como fotógrafo. Sal de tu zona de confort, ponte a prueba, experimenta y date el lujo de hacerlo sin ánimo de lucro. Es imposible que al cabo de varios años no hayas conseguido encontrar tu lenguage. Haz retratos, paisajes, ve a zonas de conflicto, a lugares pacíficos y atractivos; alquila un estudio, juega con la luz, imprime tus fotos y autoedítate. Lee blogs, lee libros, biografías, sigue grupos de Facebook, sigue a fotógrafos reconocidos en Twitter, y si aún no tienes bastante, dedícale unas semanas a ver los 2.000 vídeos imprescindibles del canal de Vimeo DEVELOP. Si haces todo esto, ya estarás haciendo muchísimo más de lo que hicieron Cartier Bresson, Salgado o Helmut Newton.

Pero sólo hasta ahí.

Porque la verdad es que si lo que quieres es ser fotógrafo, vivir de ello y que todo ocurra en un plazo de tiempo razonable, entonces sí que debes meterte en una escuela.

La fotografía ya no es como en la época de Bresson, Salgado ni Newton. La fotografía como carrera es hoy por hoy súmamente sofisticada, y ya no basta la autodidáctica. Y no basta porque en la fotografía de hoy, el hecho de hacer fotos en sí es una pequeñísima parte de lo que debes saber. Hoy ya no basta ser buen fotógrafo. Hay cientos de miles de personas que saben hacer fotos. Siempre habrá uno con mejor ojo, más valiente, con más cultura, con más dinero, o con más amigos que tú. Y siempre habrá uno que tenga todo eso y algo más.

En la época de los Gigantes de la fotografía no había escuelas. Bueno, sí las había, pero no era como hoy. La gente aprendía siendo ayudante, meritorio, y picando mucha piedra. Pero en esa época no había millones de fotógrafos. En esa época, y hasta hace bien poco, si dominabas la técnica, ya eras fotógrafo. La cancha era mucho más grande y había muchos menos jugadores.

Pero ahora esto es la selva. Ya no hay cancha. Hoy se entremezcla la fotografía y el vídeo; el periodismo y el arte, la publicidad y el entretenimiento. La ficción con la realidad. Hoy están prácticamente derribadas las barreras y el famoso crossmedia ya no es noticia; es lo que hay.

Así que visto lo visto, yo diría que sí. Que es bueno asistir a una escuela. En las escuelas y talleres lo que vas a hacer es acelerar el tiempo de aprendizaje. Si la escuela es buena, vas a ahorrarte mucho tiempo y muchas penalidades. En una escuela vas a poder probarlo todo en poco tiempo. Te van a ayudar a conocer quién eres tú y quién es quién en la industria. A qué festival tienes que ir, según qué estás buscando. Vas a poder despejar dudas relativas a cómo son las cosas en realidad. Dudas que antes no había a quién preguntárselas, cosas que antes tardabas años en conocer.

Vas a poder mirar libros que de otro modo no conocerías, o que te costarían todo tu dinero. Vas a tener la ocasión de ver de cerca a profesionales en activo, que te van a contar sus experiencias, y eso es probablemente lo más útil. Poder preguntar clara y directamente las cosas, ver de qué pie cojea ese fotógrafo al que siempre has admirado. La primera vez que asistí a un taller fue a uno de Alex Webb. Al final del taller el hombre puso sobre la mesa su libro «Under a grudging sun». Lo vedía por 20 euros. Yo me dije: «este hombre es el director de Magnum Nueva York y vende sus libros él mismo?». Eso me empezó a dar una dimensión de lo que realmente significa ser fotógrafo documental. Nada que ver con la idealización del fotógrafo millonario y lleno de groupies. Nada que ver con los fotógrafos de moda y publicidad, que (antes sí) ganaban mucha pasta.

También estuve en uno de Nadav Kander, en el que comprendí que el hoy multicelebrado Premio Pictet y autor de «The Yangtse River» sufría un cierto complejo por no se reconocido como artista y sí como un exitoso y millonario fotógrafo de publicidad.

A eso me refiero. En las escuelas, si son buenas, te van a ayudar a ver la trastienda. Para lo bueno y para lo malo. Vas a ver más rápido lo que vale un peine, vas a medirte con compañeros día a día y vas a desmitificar mitos. En una escuela, si es buena, te van a ayudar a desmenuzar, comprender y digerir el atribulado mundo de la fotografía actual. Te van a explicar que ni el 10% de los alumnos van a vivir de lo que están estudiando. Te van a poner en evidencia frente a ti mismo y frente a tus compañeros, porque de eso se trata: de ponerse en evidencia, de sacar a la luz las fuerzas y debilidades, y eso, tú solito normalmente no vas a hacerlo con tanta crueldad.

ARE PHOTOGRAPHY SCHOOLS REALLY USEFUL? 

This text is the answer to a young photographer who asked me wether it is a good idea to go to photography school or not.

To learn how to take pictures, to discover your own language, to know what others have done before you and be able to face the photograph knowingly, going to a school is absolutely expendable. There are thousands of wonderful photographers, among which include the most classic and famous, who never went to a photography school. If you want to learn, there is nothing, nothing in the world, comparable to go out and take pictures. Spend what it costs to buy a camera, travel and know yourself as a person and as a photographer.

Get out of your comfort zone, challenge yourself, and experience yourself the luxury of doing personal work. It is impossible that after several years you will have not managed to find your language. Make portraits, landscapes, go to conflict zones, peaceful and attractive places, rent a studio, play with light, print your photos and self publish. Read blogs, read books, biographies, follow Facebook groups, known photographers on Twitter, and if you do not have enough, spend a few weeks to see the essential 2000 videos on the Vimeo channel DEVELOP. If you do so, you’ll be doing much more than Cartier Bresson, Salgado or Helmut Newton did.

But that’s about how far you can go on your own.

Because if you really want to be a photographer and make a living out of it in a reasonable time, then you should enroll a school.

Photography is not anymore like it was in the times of Bresson, Salgado or Newton. Photography today is a very sophisticated carreer, and being a self-taught person is no longer enough. It is not enough because the act of taking pictures itself is just the smallest part of what you must do. Today is not enough to be a good photographer. There will always be someone else with a better eye, more guts, more knowledge, more money or more friends than you do. There will always be someone else with all these things and even something more.

Back in the times of the photography Giants there weren’t any schools. Sure, there were some, but not like the ones today. People used to learn working as an assistant, an apprentice; sweating it out. But in that time there weren’t millions of photographers. Until quite recently if you mastered the techniques, that was enough to make you a photographer. The playing field was bigger and there were less players.

But now, it’s wild. There’s no playing field. Today photography mixes with video; journalism with art, advertising with entertainment. Fiction with reality. There’s no boundaries, and the famous crossmedia is no news anymore.

Given all these things, I would say yes, It is good to go to a school. In schools and workshops, you are accelerating your learning time. If the school is good, you will be saving time and pain. You will try many things in a very short time. They should help you to know yourself and who’s who in the industry. Which festival you should go according to what you are looking for. They should solve your doubts on how things are in real life. Questions you didn’t have who to ask, before. Things that used to take years before you got to know them.

You’ll have the chance to see books you otherwise wouldn’t even know or couldn’t afford. You’ll have the chance to be close to professionals currently working, who will tell you their experiences; and that is the most useful thing about a school. You’ll have the chance to ask them your questions clearly and directly.

You’ll get to know inside out those photographers you admire the most.

The first time I went to a workshop, it was with Alex Webb. By the end of the workshop, the man put his book «Under a grudging sun» over the table. He was selling it for 20 euros. I said to myself : «this man is the of Magnum NY Director and here he is, selling his own books». That gave me the real dimension of what it means to be a documentary photographer. Nothing even close to the ideal image of a millionaire with plenty of groupies. Nothing similar to those fashion and advertising photographers that used to make lots of money.

I also was once at a Nadav Kander’s workshop. Today he is a very celebrated artist photographer. He was awarded a Pictet Award, but  back in that time I think he was still suffering a certain complex for not being recognized as an artist but as a successful and rich advertising photographer.

That’s what I mean. In schools, if they are good, they are going to help you to see the back room. For better or worst. You are going to check quickly what is worth. You are going to measure with colleagues day by day and demystify the myths.

In a school, if it is good, they are going to help you to shred, understand and digest the distressed world of photography today. They are going to show you that not even 10% of students are going to make a living out of what they are studying.

They are going to expose you to yourself and to of the others, because that is what it’s all about: expose yourself, allowing the strengths and weaknesses to get out, and that is something that are not going to do in such a hard way, if you are on your own.

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Ojalá no supiéramos nada.

enero 14, 2013

Quién no pagaría con 10 años del total de su vida con tal de volver 10 años atrás, pero perdiendo el conocimiento que posee en este momento de manera selectiva?

La resurrección, los pactos con el Diablo, las pócimas mágicas, los profetas y las obras de arte: variantes sustitutivas de una misma combinación imposible. Porque cuando se puede no se sabe, y cuando se sabe no se puede. O por lo menos no se puede igual.

Y no hay manera de que nos creamos lo que nos dicen todos los sabios desde siempre. Por más que sepamos que no hay nada más creativo que la espontaneidad, nos empeñamos en formarnos. En volvernos expertos de nuestra materia. Y cuando ya lo somos, nos damos cuenta de que el peso de lo aprendido nos está lastrando demasiado como para realmente crear nada nuevo. Por eso la verdadera creatividad se produce mucho más a menudo durante la juventud.

Con la edad llega la perfección, la excelencia, las obras maestras. Pero difícilmente llega la inspiración genial. Para eso hace falta ser más ignorante. Para trazar nuevos caminos, no hay nada como no tener mapa. De esa manera no estamos tentados ni de coger el camino más cómodo, ni el de los maestros y sabios. Sin mapa es más probable abrir nuestro propio sendero. Grande o pequeño, pero nuestro.

Con la fotografía me pasa que ya sé bastante de lo que hay. No es que sea un erudito, ni un especialista. Tampoco soy un virtuoso de la práctica de la misma. Pero después de varios años, ya me siento bastante formado. Según la teoría que dice que necesitas 10.000 horas para dominar una materia, yo esta materia, la domino hace rato.

Digamos que ya me sé la media docena de clichés con los que puedes mantener una conversación sobre fotografía contemporánea con casi cualquiera.

Sin embargo, hay un nuevo caladero para mí. Los videodocumentalistas. Esa gente que lleva décadas haciendo documentales sobre temas interesantes y extraños; tan extraños como los que están ahora haciendo los fotógrafos, pero cuyos nombres no circulan tanto en nuestro ámbito.

Os propongo que veáis este pequeño trailer y que luego escuchéis a toda esa gente más detenidamente en la web del proyecto Capturing Reality: the art of documentary.

Como aperitivo, también podéis echarle un rato a este documental de Paul Watson: The Family. Friquismo retro pero cuando no era retro. Reality Show antes de que existiera el término. Impresionante. Eso sí, en inglés.

Digamos que con este tipo de material me siento todavía muy primerizo. Esos nombres aún no me dicen demasiado. No me siento ni intimidado, ni sé si pertenecen a un bando o al otro, no tengo ni idea de si han ganado premios o no. No sé si han creado escuela, sin tienen camarillas, seguidores y detractores. Todas esas cosas que sí sé de los fotógrafos.

Por un lado estoy hambriento de conocimiento, como el que acaba de descubrir una comida que nunca había probado, pero por otro lado me apena estar perdiendo el beneficio de la ignorancia. Quizás debería tener la prudencia de no estudiar demasiado para no contaminar mi entusiasmo con cotilleos corporativos, que se acaban conviertiendo en el centro de la conversación.

Turismo de guerra y otros sacrilegios.

enero 6, 2013

ATENCIÓN: MODO HUMOR ACTIVADO.

Esta semana ha salido en la prensa que hay en Siria un japonés, que harto ya de su monótona vida de camionero, se ha puesto un traje de camuflaje, se ha colgado sus cámaras de fotos y se ha ido de vacaciones a la guerra.

Este turista bélico, en una entrevista dice que es un tipo de lo más normal. Lo único es que hace años que no habla con sus hijas.

En su cuenta de Facebook se pueden ver algunas de sus fotos. El hombre no se priva de nada: cadáveres, piernas humanas sueltas, heridas supurantes… incluso aparece él mismo disparando.

Manu Brabo, que está por allí, me indica que no es el único. Que por lo visto en Siria en este momento hay más de un turista de la guerra. Manu está cabreado porque opina que estos individuos arriesgan sus vidas para poner fotos en Facebook y de alguna manera se entrometen en el trabajo de los verdaderos periodistas que están por allí.

Según Brabo, «esto se para cuando la noticia sea, en lugar de cómica, dramática. Lease : » Un japonés aburrido de su vida viaja a Aleppo y vuelve a Tokio en un cajón».

Walter Astrada dice «Al menos el tio es sincero. Dice que va de turista. Se quiere diferenciar de los periodistas. No como otros que van por lo mismo, la adrenalina y usan otros discursos.»

Para Samu Reales «Igual el objetivo del japonés es gastarse su dinero en vivir (no necesariamente más tiempo) como a él le da la gana. A mi me parece una lección»

Txema Salvans se pregunta si «no será un artista.»

Todas estos comentarios me parecen acertados. En mi opinión el tipo es un desequilibrado emocional que se juega la vida tontamente porque le da la real gana, hace con sus fotos lo que quiere, lo dice abiertamente, y quizás sin quererlo, protagoniza una especie de happening Fontcubertiano. Quizás todo termine cuando vuelva a Tokio en un cajón. Lo cierto es que los rebeldes y el ejército sirio, seguramente no lo distinguen de cualquier fotógrafo freelance que ande por ahí. En las guerras contemporáneas los espontáneos son más que los asalariados. Justa o injustamente, es así.

El caso es que todo este asunto me ha recordado el corto «Banal» que hizo hace unos años mi amigo David Planell, en el que un padre divorciado y su hija adolescente discuten porque ella no quiere ir al campamento de verano de la Franja de Gaza. Prefiere la Ruta de los Francotiradores, o una visita a Guantánamo. Una escena de pequeño conflicto familiar absolutamente anodina, si no fuera porque se ha sustituido el clásico veraneo en los Picos de Europa o Mallorca, por opciones de conflicto. Y lo hace sin darle importancia, haciendo como si nada. Muy interesante y premonitorio.

Pero no acaba ahí la cosa. Yo participé en eso corto. Hay una escena en la que la chica ojea unas viejas fotos de otros viajes de aventuras de conflictos que hicieron cuando aún su padre y su madre no estaban divorciados y yo me encargué de hacer esas fotocomposiciones. En el corto casi no se ven, (min. 3:57) pero yo me lo tomé muy en serio, y me lo curré para hacer aparecer a los protagonistas en situaciones en las que nunca estuvieron. Si tenéis en cuenta que los fondos son cada uno de su padre y de su madre, pero los personajes están fotografiados en un estudio todos el mismo día, no está nada mal. Tampoco os pongáis a encontrar errores, que ya se que los tienen, pero daos cuenta de que era para un corto y el presupuesto era limitado. Un gran ejercicio de fake, que visto ahora, adquiere una nueva dimensión, una nueva vuelta de tuerca: además del despropósito que supone ir a los conflictos con espíritu turístico, podríamos añadirle el descalabro moral absoluto que supondría hacerse unas fotos falsas con las que presumir de haber estado, pero sin haber ido. Todo un ejercicio de pérdida de valores morales humanos y periodísticos. El anatema, el sacrilegio supremo, la blasfemia inadmisible. La semilla de la duda una vez más. Una nueva evidencia de que la fotografía ya no es fiable. El apoteosis del archivo RAW como única prueba infalible de la verdad.

Al osado que se atreviera a tanto, le desterrarían de toda actividad documental para varias generaciones, pero posiblemente el gran Fontcuberta le nombrara Gran Maestre de la Orden del Creacionismo Evolutivo.

Quién sabe, a lo mejor en Japón hay hueco para ese negocio. ¿Quién dice que no se puede vivir de la fotografía?. Todo es buscar un nicho. Si no, que se lo pregunten al japonés.

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Vacaciones navideñas

diciembre 24, 2012

Hoy es ya 24, así que es Navidad.

Signifique lo que signifique eso, yo aprovecho y me declaro en vacaciones.

Nos vemos el día 7 de Enero.

La Trinchera

diciembre 17, 2012

Amnistía fiscal, SICAVs, ladrones con traje de Armani, dinero público para rescatar a Bankia, un embajador en Londres que no habla inglés, corrupción grande y pequeña, linchamiento a Garzón, subvenciones a colegios segregados, nacionalismos histéricos muy a tiempo, centralismo españolizador, tirar la basura en la cuneta, la complicidad con el defraudador, incendios forestales y maltrato animal casi gratis, paradojas de microlegislación incumplibles, obras faraónicas ridículas, ley del suelo estúpida, ley electoral de listas cerradas, el desprecio institucional a la cultura y la ciencia, el «que inventen ellos», los cuñaos y sus asesores, el timo al turista, la incapacidad para hacer política exterior decente, la inutilidad del ICEX, del Senado y de las diputaciones, el descaro de los bancos, los desahucios desalmados, la carcajada de alcohol en el trabajo, el machismo disfrazado de caballerosidad, el abuso disfrazado de feminismo, cualquier abuso oculto tras una noble fachada, el no saber hablar en público, el creer que la gente es gilipollas, las pelotas de goma cuando no toca, el vandalismo disfrazado de activismo, el uso partidista del deporte, tirar la piedra y esconder la mano, la ignorancia del Estado en casi todo menos en recaudar impuestos a las clases bajas y medias, la Justicia decimonónica, la impunidad del uso de la mentira electoral, la indiferencia entre los unos y los otros.

El cinismo de los malos.

La mansedumbre de los buenos.

¿Estás harto de todo eso?

Puedes y debes hacer algo, porque el mundo no se acaba esta semana y en el futuro te van y te vas a preguntar a qué te dedicaste durante la Gran Crisis Española.

«Yo hice un corto sobre un señor al que le gusta mirar nubes». «Yo vi varias veces los The Wire y Perdidos». «Yo fui al 15M, pero como no había líder, me fui de botellón».

Yo llevo un tiempo fotografiando lo que considero que es notablemente mejorable de nuestro entorno. Llevo un tiempo fijándome en todas estas cosas y lo estoy llamando The Pigs.

Otros van a las manifestaciones con su casco a hacer fotos. ¿Os habéis fijado que hoy por hoy los fotógrafos están la 1ª línea de la lucha?. ¿Y los del cine? bueno, esos están en estado de shock todavía, dejadlos que se recuperen de lo del IVA. Los fotógrafos, como siempre hemos sido un cero a la izquierda, no lo hemos notado tanto.

El caso es que estamos en guerra. En guerra contra el totalitarismo de las corporaciones y sus infames cómplices y agentes. Los Estados son prácticamente impotentes y se han reducido a ser gobiernos títeres, atrapados por su imposible labor de guardar las apariencias. Amansar a unos y a otros, pero obedeciendo siempre a los mismos. Y sí, se les van a pedir responsabilidades. Seguramente tendrá que pasar mucho tiempo. El mismo tiempo que tendrá que pasar hasta que los propios estados reconozcan su triste papel. El mismo tiempo que hará falta para que alguna institución pública dé la cara. «No lo harán antes de considerar que lo que se ve no es su responsabilidad» dice Txema Salvans, «esto no ocurrirá hasta dentro de entre 30 y 50 años». Sospecho que tiene razón. Pero sí, un día alguien tendrá que pedir perdón, como el papa con los judíos en la II Guerra Mundial, o los estados coloniales con sus colonias. Esto que estamos viviendo no es normal. O no debería serlo. Yo, que soy un pacifista convencido y declarado, siento que hay quien se está buscando un buena bofetada, pero a gritos. Ellos no leen este blog, pero daría lo mismo. No les importa lo que les digan. Nunca se lo creen, hasta que les guillotinan, o les cuelgan por lo pies.

Este llamamiento a la acción fotográfica no es para hacer una expo el año que viene. Ya están los de fotosspanishrevolution.org haciendo un trabajo en vivo y en directo. Tampoco para ganar premios colectivos, ni para crear grupos de trabajo. Ni yo voy a ser el comisario, ni voy a recopilar fotos. Sólamente alerto de que dentro de una larga temporada va a hacer falta repasar este momento, y si los buenos fotógrafos no participan, será más difícil. En Blank Paper lo tienen claro y Arturo Rodriguez está trabajando en ello con sus alumnos. En Nophoto también, y están a punto de empezar un proyecto que se va a llamar «This is Spain». Pero no son los únicos; hace poco me he enterado de que también los de Lens tienen como tema anual «La caída de Europa».  Digamos que este llamamiento casi ni hacía falta.

Estoy convencido de que hay cientos de personas y grupos que están ya trabajando en proyectos sobre nuestra crisis. No los conozco a todos, ni puedo ponerlos a todos, pero si leen esto, que sepan que se les agradece el esfuerzo.

No hace falta que todos hagamos lo mismo, ni que lo hagamos todo el tiempo. Hay que seguir viviendo, disfrutar de la vida y vivir en la ligereza todo lo que se pueda. También hay que ganarse la vida y eso implica a veces pactar con el diablo, cómo no. Pero de verdad creo que es un momento para la responsabilidad individual e invitaros a que incluyáis en vuestros planes personales algo de tiempo para documentar este desastre. Documentarlo y comprenderlo. No nos preocupemos de los que dicen que no hacemos más que ensuciar el nombre de España. Se trata de sacar la basura de debajo de la alfombra. Fotoperiodismo, metáforas, poesía, artistismo, lo que os dé la gana, pero no miréis para otro lado, porque ya no es posible. A lo mejor vuestras fotos no van sobre el drama, sino sobre cosas esperanzadoreas y/o conmovedoras, que las hay. Porque estamos agazapados en la trinchera, y la trinchera une mucho. Es sorprendente lo poco que están teniendo en cuenta los sinvergüenzas de siempre que las víctimas, cuanto más víctimas, más unidas.

Sólo espero estar vivo para cuando llegue el momento de la Gran Edición. Porque tanto si las aguas se calman, como si revienta el volcán, una narración visual ponderada, tamizada por décadas de reposo, va a ser necesaria. Y parece que va a ser el trabajo de nuestra vida.

A continuación, algunas fotos que ya pintan bien.

Ana Amado spanish_dream_033

Ana Amado / Cadelasverdes

Samuel Aranda

Samuel Aranda

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Txema Salvans

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Juan Valbuena

The Place to Be

Eloisa d’Orsi

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Rafael Trapiello

Manu Brabo

Manu Brabo

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Alberto Lizaralde

Carlos_Lujan_MG_9686Carlos Luján

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Gianfranco Tripodo

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Cristina de Middel

Sofía MoroSofía Moro

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Julián Barón

Markel redondo

Markel Redondo

Olmo Calvo

Olmo Calvo

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David Rengel

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Paco Gómez

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Gabriel Pecot

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Ricardo Cases

Juan Santos

Juan Santos

Foc Empordà 2012

Lurdes R. Basolí

Alumnos de Blank Paper

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Y con vuestro permiso, un servidor

He visto el futuro y está buscando historias.

diciembre 10, 2012

Mientras vamos leyendo noticias sobre la muerte del periodismo tradicional y el nacimiento de un nuevo periodismo al que nadie parece haberle visto la cara; mientras tratamos de definir qué demonios son los contenidos; mientras Vimeo se convierte cada vez más en el paraíso de los canales temáticos, mientras Mediastorm y BFC preparan talleres por todo el mundo, y los blogs más o menos informados debaten acerca del modelo de negocio, los formatos interactivos o no, la duración de los contenidos, la pertinencia de la convivencia entre video y foto, la nueva dimensión del sonido y un sinfín de debates académicos, hay quien ha roto la hucha, ha cogido la mochila y se ha propuesto darle forma tangible a toda esa teoría.

Ana Salvá y Joan Planas se han ido de viaje; primero a China, y a día de hoy en Filipinas, a buscar historias interesantes que contar. Un arquitecto de Shanghai que sigue el feng shui, la dueña de un estudio de té, un habitante de los hutongs de Beijin… historias cortas sobre personajes anónimos que le dan una dimensión personal a lo que sabemos de los lugares.

El tema «personajes anónimos» no es original, digamos que desde el ya clásico One in 8 Million del New York Times, ese modelo se ha convertido en un género. Sin embargo esto es interesante y veréis por qué: el proyecto se llama Buscando Historias y es básicamente un blog en el que van colgando los videos que van haciendo en su viaje. Estos videos de unos 5 minutos, están bien rodados y bien montados. Pero ahora vene lo mejor: hacen uno por semana!

En sólo una semana ruedan y montan el material, lo que es realmente milagroso, si contamos que en ese tiempo también tienen que hacer las investigaciones, contactos, las entrevistas y por supuesto, viajar de un sitio a otro. Vale, no serán historias muy profundas, pero a un ritmo de un vídeo por semana, la profundidad se consigue por acumulación.

Acaban de empezar. Llevan sólo 5 minidocus puestos en su blog, pero según me han contado, tienen material de reserva para por lo menos un par de semanas, por lo que pudiera pasar.

Una cosa interesante es que podéis hacerles peticiones. Por ejemplo: «he oído que en Manila hay un señor que habla 35 idiomas y toca todos los instrumentos. Podéis hacerle un video?». No garantizan que vayan a rodar tu sugerencia, pero nunca se sabe.

En su blog veréis un logo de Panama Jack. No se han forrado, no.  Sólo les han dado algo de ropa y equipo. También se les pueden hacer donaciones, pero por lo visto aún no cae casi nada en la lata. Ya van por 1.300 visitas por semana, casi todas de España.

Pues bien, yo digo que en breve van a ser vistos en Latinoamérica también y que el dinero acabará llegando. Si hay algún dueño de medio de comunicación en la sala, que se de prisa. Esta gente está demostrando el movimiento, como se debe demostrar: andando. Lo que están haciendo Ana y Joan es pura futurología. En mi opinión este blog, en lugar de ser 100% independiente podría estar alojado dentro de un medio como The Guardian y tener financiación bien del mismo medio, o bien de empresas privadas. Eso no sería necesariamente incompatible con la ética periodística, sobre todo porque no todo el periodismo es de investigación ni está alineado.

La única duda es: ¿cuánto te puede durar la energía para ir a ese ritmo? Yo diría que ni en el mejor de mis sueños creo que sea posible hacer un documental por semana durante más de 3 meses seguidos. Pero idealmente debería haber otro equipo para seguir con lo mismo. No sé, habrá mucho que pensar y muchos flecos que recortar, pero el esqueleto de un modelo real, interesante y sostenible, lo tenéis aquí mismo.

Dicen que con las crisis, o innovas, o pereces. Pues Ana y Joan no van a perecer. Y además puede que le estén dando alguna pista a los grandes medios sobre qué caminos explorar y qué historias buscar.

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